lunes, 16 de diciembre de 2013

GH Archives #25 Ñavidad con Mandela


Una locura digna de un Greatest. Una Navidad con Mandela, pese a estar muerto, el sudafricano vuelve a seguir repartiendo, a seguir dando lecciones de vida y a seguir siendo él.

Escena en Iglesia abandonada y oscura. Eso sí, es pequeña, casi un piso de un barrio viejo de una ciudad más antigua. Un paisaje tétrico y frío, se escuchan ruidos de ciudad pero lejos. La Iglesia la adquiere un tipo con un cierto aire a Jesucristo (él no se ha dado cuenta de ese detalle), su barba, sus movimientos, incluso su acento le da un parecido razonable al hijo de Dios. Planos de el tipo solo, montando un bar cutre e íntimo en una de las habitaciones de la Iglesia, el resto se mantiene en la penumbra.

ElmuyparecidoaJesucristoa abre las puertas al bar, GRAN INAUGURACIÓN, pero en verdad muy humilde, poca cosa. Una de las pocas personas que entran al garito es un hombre alto, mirada firme, blanco pero con la voz de Mandela (sí es él). En España, con el traductor de Morgan Freeman ya valdría.

La magia se respira en el ambiente, los pocos visitantes ven un resplandor extraño en ese hombre taciturno con voz conocida. Mandela fue descubierto, entre susurros le señalan y su nombre sale a la palestra. ¡Mandela ha vuelto! ¿No estaba muerto? No hay tiempo para pensar en el pasado, se arma la fiesta. El bar de repente es un guateque de los de antes, una celebración de la vida, incluso alguno con ganas de protagonista lloró mientras gritaba "Madiba".

Héroe de  la semana
Foto de Elinformador.com.mx
Situaciones extrasensoriales estaban ocurriendo delante de los ojos de los presentes, las pelusas cobraban vida. Se despertaban, de Mandela emanaba un poder fuerte, un viento que nacía en el interior y buscaba una ventana para salir.¡La Iglesia se estaba limpiando sola! Es un milagro impensable. Llamen al Papa o a Iker Jiménez 

Quietos todos! con un suave ademán con la mano, Mandela frena el baile de las pelusas, mirando en dirección a su público confundido. No entienden este gesto tan rudo e improvisado de su dorada héroe. Él les explica sin muchos argumentos que las pelusas son almas de personas que están cumpliendo su condena

Jesucristo vuelve a abrir el bar, colas para entrar, no entiende tanto éxito. Los nuevos visitantes desean compartir el milagro, "lo nunca visto", comentan. Mientras Mandela se retira tranquilo, por el callejón hacia la ciudad iluminada al fondo. FIN.


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